Carlos del Castillo.
Fue autodidacta. Ya de niño era un prodigio dibujando.
Admiraba a Leonardo da Vinci, del que adoptó la cuadrícula para los retratos y los clásicos en general.
A los 8 años sufrió un accidente que le marcó para toda la vida.
Era inteligente y con un gran sentido del humor. Melómano, con él aprendimos a amar la música clásica
y toda la música inglesa y americana de aquella convulsa época de los años ochenta.
Trabajó un tiempo para Paco Barón del que también él se inspiró en su obra.
Hizo grandes murales en el barrio de Manoteras, donde era admirado y seguido por todo el mundo,
y allí realizó un buen número de retratos.